Contrainformación

EL PRESENTE ES FEMINISTA

Escribe: Belén Perco - Fotografías: Sebastian Ruiz

Bajo la consigna “Si paran las mujeres, se para el mundo” ayer colmamos las calles desde Plaza de Mayo hasta Congreso y transformamos toda nuestra rabia en cantos, bailes, risas, saltos, lágrimas, abrazos y besos, para exigir políticas de Estado que frenen las múltiples violencias que sufrimos las mujeres, las trans y travestis.





Luego de cinco asambleas que integramos las mujeres, las trans y travestis logramos definir un documento que represente las diversas problemáticas que sufrimos por el hecho de ser mujeres y vivir en una sociedad cisheteronormativa patriarcal y capitalista. Formamos comisiones que abarcaron desde la organización comunicacional hasta la comisión de seguridad. Todo lo organizamos nosotras. Las consigas por las que decidimos parar el mundo fueron: Contra los femicidios y travesticidios; Contra la violencia económica y sexual; Contra el Estado represivo; Contra el ajuste, la reforma previsional y laboral; Por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.





“Mi nombre es Lucía González, tengo 22 años. Actualmente estoy desempleada y por arrancar mi último cuatrimestre en la universidad. Decidí parar porque es aberrante que las mujeres tengamos menos posibilidades de conseguir un trabajo formal y asimismo obtenemos una remuneración menor que los hombres por el mismo puesto de trabajo. También paro por las compañeras que están condenadas a vivir en la precariedad por culpa de un Estado ausente, por el cupo laboral trans, por las compañeras que ya no están. ¡Abajo la Reforma Previsional, no a la Reforma Laboral!”





“Mi nombre es Sol, tengo 25 años. Soy depiladora, soy mamá, ama de casa, compañera, hija, hermana. Adherí al paro del 8M porque creo que tanto las mujeres, como los pueblos disidentes y los pueblos oprimidos estamos cansados. Personalmente fue un llamado interno a marcarle a un sistema entero patriarcal que esto que vivimos es el límite, no nos vamos a callar, no nos van a oprimir más y no nos van a matar más. Paro por una educación sexual que no sea heteronormativa, por la visibilidad de los géneros disidentes, para visibilizar las luchas de los invisibles, por los pueblos originarios, y todos los oprimidos que nos queremos levantar.”





Entre besos, murga y mucho glitter, el cuerpo en sí mismo era expresión, desde los movimientos hasta las frases que cada una plasmó con pintura de colores “Mi cuerpo es mío, yo decido” “Aborto legal” “Abajo el patriarcado” “=trabajo =salario”. La marea verde que inundó las calles también llevaba carteles “Somos las nietas de las obreras que no pudiste quemar” “No somos humo, somos fuego que va a hacer arder el patriarcado” “Tiembla la tierra”. Y la tierra tembló, la hicimos temblar entre cantos y bombos, entre risas y abrazos. Las calles verdes emanaban sororidad. Y allí estábamos, un millón, todas juntas.





“Me llamo Mariana tengo 53 años. Soy ama de casa, mamá de cinco hijos. Participé de la inmensa jornada de lucha mundial de mujeres porque estoy harta de la violencia de múltiples formas que se ejerce sobre los cuerpos de las mujeres, al punto que llegan a matarnos en la intimidad del hogar, y que nuestros hijos queden en manos de un femicida. Estoy harta de la complicidad del Estado, del poder judicial, la policía, que siempre juegan a favor del que abusa, tortura psicológicamente y llega a matar a una mujer, o dejan libres a los violadores. También estoy harta de la violencia que se ejerce a través de los abortos clandestinos. Y en el ámbito laboral, además de que se invisibiliza nuestros trabajos en los hogares, se expresa en salarios menores, en la imposibilidad de alcanzar posiciones de jerarquía como sí pueden los varones, somos las primeras despedidas. En momentos de ajuste tremendo como el que vivimos en argentina y en el mundo, somos las mujeres las más perjudicadas.”





El movimiento feminista es el movimiento más heterogéneo de todos, y eso se expresó ayer. Estaban las madres, las indígenas, las jóvenes, las ancianas, las trabajadoras sexuales, las sindicalistas, las apartidarias, las abolicionistas, las afro, las desempleadas, y un etcétera interminable. Estábamos todas haciendo vanguardia y revolución. Fue un grito de poder, fue una expresión de que estamos todas, y estamos presentes dispuestas a poner el cuerpo en las calles porque estamos cansadas, hartas, pero nunca rendidas.